Volver a blog

Bosques Tropicales: ¿Por qué urge su conservación?

Los bosques tropicales son aquellas acumulaciones vegetales que se ubican en la zona del trópico. Dado el clima, las condiciones geográficas y su ubicación, tienen características que los distinguen de otros ecosistemas: hace calor durante todo el año y la humedad suele ser muy elevada. Por eso, tienen una flora y fauna parecida a la de la selva, con una gran biodiversidad y riqueza.

Estos bosques se clasifican de acuerdo a su relación con el ambiente y pueden ser de tres tipos: Bosques tropicales húmedos, de lluvias abundantes, clima cálido y húmedo. Bosques tropicales secos, semidensos y de menor humedad. Y los bosques tropicales monzónicos, típicos de clima monzónico que alterna entre una época muy lluviosa y otra de sequía.

La biodiversidad de los bosques tropicales no tiene semejanza, gracias a su enorme cantidad de especies, tanto de insectos, arácnidos, reptiles, anfibios, marsupiales y mamíferos, como de aves de pequeño, medio y gran tamaño. Entre las especies consideradas insignes se encuentran los tucanes sudamericanos, los orangutanes, el tapir, el águila real, e incluso las hormigas cortadoras de hierba, por sólo mencionar algunas. 

La flora del bosque tropical también es diversa, frondosa y de mucha altura. Las grandes ramas y hojas absorben la intensa luz solar, por lo que apenas el 2% de ella alcanza el suelo. Esto provee de materia orgánica abundante y una gran capa de humus. Los árboles del bosque tropical alcanzan hasta los 30 metros de altura, y se estima en ellos se encuentran 2/3 de todas las flores de todo el mundo, alcanzando las 100 especies diferentes en apenas una hectárea de bosque. Entre ellas, las orquídeas, plátanos, árboles de caucho, bromelias y flores de pascua, como especies vegetales típicas. Según datos de la WWF, más del 25% de los medicamentos modernos y el 80% de los alimentos naturales (como el cacao, el arroz y la palta) provienen de los bosques tropicales. 

Gracias a su vegetación, estos bosques generan enormes cantidades de oxígeno en la atmósfera y son grandes absorbentes de calor, por lo que ayudan a mantener la temperatura global del planeta, actuando como protectores de las cuencas hidrográficas en las que están ubicados. Además, ayudan a evitar la contaminación almacenando el 50% del CO2 del planeta (gases de invernadero). Son auténticas reservas de animales, ya que tienen las condiciones perfectas para que desarrollen su vida. A su vez, son un refugio perfecto para muchos animales de tipo migratorio. Sin ir más lejos, en los bosques tropicales encontramos la mitad de las especies animales que hay en toda la Tierra.

Lamentablemente, estos bosques se encuentran en peligro. Según Naciones Unidas, cada año se pierden 4.7 millones de hectáreas de bosque tropical en el mundo. La deforestación, la tala indiscriminada y el cambio climático son su gran amenaza. De acuerdo con datos publicados por Global Forest Watch, en el 2020 se perdieron 12.2 millones de hectáreas de estos ecosistemas. De esas hectáreas, 4.2 millones pertenecían a bosques primarios tropicales húmedos, los cuales son especialmente importantes para el almacenamiento de carbono y la preservación de la biodiversidad. Entre ellos, cinco de los 10 países que más cobertura arbórea perdieron se encuentran en Latinoamérica: Brasil (en el puesto 1), Bolivia (3), Perú (5), Colombia (6) y México (10). Las principales causas corresponden a actividades extractivas como la explotación de petróleo y minerales, el desarrollo de infraestructura vial, la actividad agropecuaria y la presencia de hidroeléctricas.

Detrás del creciente fenómeno de deforestación en América Latina hay otro problema que no suele tener el mismo protagonismo, pero es igual de preocupante: La degradación, que resulta muy difícil de monitorear, ya que por encima se ve cobertura boscosa, pero debajo los bosques están cambiando, producto de la tala ilegal selectiva, la minería ilegal y el tráfico de fauna silvestre. Cuando un bosque es degradado esas funciones ecológicas se pierden, con consecuencias que aún no están bien medidas pero que, sin duda, tienen impactos graves en la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.

¿Cómo evitar este daño? Como ciudadanos, es vital educarnos y concientizar a nuestro entorno, la práctica de una ciudadanía activa y vigilante, pronunciamientos y hashtag en redes sociales sobre propuestas legislativas, apoyar iniciativas de conservación forestal, consumir productos que promuevan el aprovechamiento sostenible de recursos forestales y la restauración de los bosques. Parece básico y hasta obvio, pero nunca está de más repetirlo: Uno de los principales enemigos de los bosques es el cambio climático, por eso, el llamado es a ser mejores consumidores, reducir, reutilizar y reciclar, además de disminuir el consumo de carne, alimentos y productos derivados de animales.

Fuentes:

National Geographic

CNN

 

Volver a blog